Rematamos el cuatrienio con el escenario de unos “encuentros ciudadanos” en los que el gobierno deja ver de nuevo su desinterés por la práctica democrática de la participación incidente y en la construcción colectiva propia de la democracia directa.
Lo que podría preocuparnos de las actuales o recientes jornadas de Encuentros Ciudadanos 2024 en la localidad de Fontibón, es que el resultado no tenga talante de “plan” y mucho menos de “desarrollo”.
Recuerdo haber participado de una reunión en la Alcaldía de Teusaquillo a principios del gobierno distrital de Claudia López, donde se nos vendió la idea de un sistema de participación ciudadana robusto que se pondría en marcha y que permearía generosamente todo el espectro de su gestión; pero, podemos decirle hoy a ella y a nuestro alcalde saliente encargado, Diego Maldonado, que no han podido parir en la ciudad ni en la localidad, ese modelo de participación ciudadana, quizá porque el modelo impositivo les permite fluir con mayor facilidad de la mano de quienes los aprueban y a plena espalda de quienes los cuestionan o solicitan en rendición de cuentas.
Retrocedamos en el tiempo a las recientes audiencias públicas de rendición de cuentas, montadas en escenarios insuficientes para los casi 455.000 habitantes de la localidad; auditorios cuyas sillas se ofrecen en principio a funcionarios públicos y a familiares de los artistas invitados en escena, para disimular la falta de credibilidad y el fracaso premeditado de la convocatoria a la ciudadanía interesada en los temas de la localidad y en hacer evaluación profunda de la gestión del gobierno.
Asistimos de esta forma a las decepcionantes audiencias públicas de rendición de cuentas de Johana Bocanegra, Anderson Acosta y Diego Maldonado, vendedores de humo que buscaban inducir en el auditorio la idea de excelencia en la gestión, y ahora rematamos el cuatrienio con el escenario de unos “encuentros ciudadanos” en los que el gobierno deja ver de nuevo su desinterés por la práctica democrática de la participación incidente y en la construcción colectiva propia de la democracia directa.
En medio del ambiente irregular de los encuentros ciudadanos, debemos reconocer que algunos de los funcionarios de la alcaldía local hicieron un loable esfuerzo por sacar adelante el proceso, a pesar de carecer de las herramientas necesarias. Nuestro respeto y reconocimiento para ellos, que se esforzaron en cumplir con la labor asignada.
Diego Maldonado, hombre reactivo de copas y parrandas como corresponde al mejor de los alcaldes (¿o quizá no?), es un joven listo que comprobó ser digno heredero de los vicios de Johana Bocanegra, de su dificultad para aceptar la crítica, para construir en medio de la diferencia y gobernar para todos, incluso para aquellos que se atreven a hacer práctica del siempre menospreciado control social ciudadano, a la altura de todos aquellos exalcaldes que vieron en la localidad un botín para alimentar sus egos, sus intereses particulares y los de sus partidos.
En nombre de la ciudadanía, expreso un legítimo interés en recuperar la localidad con la ayuda de una administración madura y pulcra; monumental reto para el nuevo alcalde. Seguiremos de cerca su gestión.
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