Andrea Castro-Gómez
Licenciada en Biología, Especialista en Gerencia de Recursos Naturales
Si bien nos agobiamos, existen muchas acciones que desde casa pueden aportar siempre al cuidado de nuestra naturaleza.
A cuantos se nos aguó el corazón viendo cómo se quemaban vorazmente las montañas (nuestros queridos cerros orientales), humedales y hasta los páramos (casi nada, los productores de agua), que si bien estaban lejos, los sentíamos más cerca, gracias al mensaje logrado al haber personificado al frailejón en el querido Ernesto Pérez.
Fueron días, horas y segundos donde pasaban mil cosas: cansancio y preocupación de los bomberos y demás entidades que estuvieron atendiendo la emergencia; angustia e impotencia de muchos (me incluyo); malestar de los que vivían cerca, por los olores y humo generados; y ni qué decir de los animales, que aturdidos por calor, ruido y demás, empezaron a correr sin mirar atrás.
Sin duda alguna, esta situación (como todas las emergencias) nos toman por sorpresa y es donde solo aquí, nos preguntamos qué hacer, cómo evitarlo y cómo aportar, pero valdrá la pena dedicarle, más adelante, una nota a esta falencia en prevención y gestión del riesgo.
Hoy el mensaje va dirigido a que, si bien nos agobiamos, existen muchas acciones que desde casa pueden aportar siempre al cuidado de nuestra naturaleza.
Tal vez, las redes sociales nos informan, pero también pueden llegar a ser invasivas y por el afán de “ayudar”, terminamos haciendo todo lo contrario. Esto mismo sucedió hace muchísimos años cuando se reforestaban los cerros orientales con árboles como pinos, acacias, eucaliptos, helecho marranero y retamo, entre otros; todas especies que no son de estos territorios y que por ser de otro sitio, tienen más necesidad de agua, por ejemplo, como el eucalipto que absorbe 30% más agua que un árbol nativo. Ellos, al igual que los demás mencionados, tienen incluso unas resinas que hacen que al contacto con el fuego, facilite dicha combustión, dando potencia a las llamas o como el caso del retamo, incluso germinan más fácil sus semillas posteriores a un incendio (de hecho, en época actual, he conocido personas que tratan de plantar estas especies, desconociendo todos los efectos que podrían tener).
Pero para dar un mensaje más directo, quiero referirme a 2 acciones que se han propagado tan rápido como el fuego o de forma viral y nos han llevado a REACCIONAR frente a la emergencia, pero con algunas consecuencias, sino se realizan de forma adecuada:
* “Yo quiero sembrar” es algo que hemos sentido todos. Se quemó el bosque, entonces compremos un árbol y pongámoslo en el cerro. Pero no, no es así de fácil. Se trata de una dinámica completa en el ecosistema y la naturaleza nos lleva años luz de sabiduría; por eso debemos seguir aprendiendo de ella (además que aquí se presenta la lógica capitalista de “se acabó algo, lo compro y asunto resuelto”, ¿no?...). Estamos viviendo el Fenómeno del Niño, es decir, una época seca para nuestro país, y en la fase juvenil de cualquier planta requiere mucha agua y nutrientes para que se pueda desarrollar. Por tal razón, no se recomienda hacer alguna siembra o plantación hasta el mes de abril, por lo menos.
*Coloquemos bebederos para aves. Si bien, estamos viviendo unas temperaturas récord en Bogotá de 25°C y un sol picantísimo que no nos aguantamos, algunos empáticos con las aves y algún video de redes nos sugirió colocar botellas plásticas para que las aves obtengan agua. El problema de ello es:
1. Dejarlo en un lugar que no le dé sombra. Al estar expuesto al sol, hará que se evapore el agua y luego la botella se caliente y ya sabemos el resto, o se vuelve un residuo más tirado en las calles.
2. No estar pendiente cuando se acabe el líquido, y que este se llene de huevos de zancudos o contaminantes que harán que no la usen las aves (y nuestra buena voluntad habrá sido en vano).
En ambos casos es vital asegurarnos de realizar los procesos de las formas adecuadas, verificando siempre la fuente de información.
Quiero recordar que, en los bosques andinos, algunas especies están adaptadas para regenerarse naturalmente después de un incendio. Es decir, la regeneración natural es posible y adecuada. Puede ser preferible dejar que el proceso natural siga su curso, pero aún falta evaluar daños ecológicos y valoración de los expertos (es decir, esperar a las acciones que en un futuro se convoquen).
¿Qué podemos hacer? Ahorrar consumo de agua; no lavar el carro (no es necesario en esta época); recoger agua lluvia (cuando tengamos esa fortuna), no podar árboles, pues ahí debajo será sombra y refresco para aves y demás animales; no tratar de alimentar a los curíes u otros animales del Humedal Capellanía; ser responsables de nuestros residuos, en general, y, en especial, de los orgánicos (podemos generar abono en vez de malos olores en Doña Juana); y ahorrar energía (revisa cuánta viene de hidroeléctricas).
Estas son solo algunas sencillas ACCIONES que si tienen una repercusión directa a largo plazo y no solo reacciones momentáneas, esperamos las inicies, las continues (si ya las realizas) y las promuevas, para que así tengamos mejores resultados en común unidad para nuestro propio bienestar.
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