…Como sucede en Colombia, donde algunos defienden el sistema de salud, a pesar de las generosas evidencias del robo continuado de recursos que han hecho las EPS al país.
En pleno análisis de particulares argumentos políticos, vino a mi mente una frase de mi preciosa abuelita Maruja: “no hay nada peor que un necio convencido” y, de repente, me encuentro que en flagrante contravía navegan dos paquetes de ideas:
Las primeras provenientes de una entrevista del canal CN5 al Papa Francisco, quien argumentaba que la Derecha se recompone siempre porque es centrípeta (no centrífuga) y no crea hacia afuera posibilidades de reforma, y las segundas ideas derivadas de “El Pobre de Derecha”, libro de Jessé José Freire de Souza, argumentos que me regresaron a la realidad de un mundo que en 2021 vio con indiferencia como 828 millones de personas pasaban hambre y en 2023 mantenía en crisis humanitaria a cerca de 700 millones de personas que vivían en pobreza extrema (con menos de 2,15 dólares al día), datos que solemos olvidar cuando tenemos lleno el plato de sopa sobre la mesa.
Jessé José Freire de Souza, contemporáneo mío de los interesantes años 60, es un profesor e investigador brasileño que gracias a frases fuertes como “la verdadera corrupción es la del mercado”, muy en contravía a los argumentos de la Derecha actual, ha sido puesto en la mira de los grupos minoritarios de poder en el mundo.
En su obra “O pobre de Direita: A vingança dos bastardos” (en español: “El pobre de Derecha – La venganza de los bastardos”), analiza la diversidad de las dinámicas sociales, culturales y políticas que llevan a las clases populares a adoptar ideologías conservadoras o neoliberales que afectan sus intereses económicos y perpetúan la desigualdad; casi una paradoja moderna de quien lanza una patada que a su regreso golpea su propio trasero.
Basado en la película “El joker” de 2019, utiliza en su obra el concepto de "Síndrome del Joker", personaje que según Souza, simboliza a los excluidos por el sistema neoliberal: individuos atrapados en la precariedad, humillados por la falta de reconocimiento y empujados a la violencia como respuesta a su invisibilización social y económica, y de manera incoherente, doblegados en conciencia para votar a favor de sus opresores; como sucede en Colombia, donde algunos defienden el sistema de salud, a pesar de las generosas evidencias del robo continuado de recursos que han hecho las EPS al país, como el que recientemente se hizo evidente en los reportes falsos entregados por estas para justificar el incremento de la Unidad de Pago por Capitación (UPC).
Desarrolla en su libro argumentos como la “manipulación simbólica”, mecanismo usado por las élites económicas y políticas para moldear las percepciones de las clases populares y convencerlas de que la ineficiencia del Estado debe ser reemplazada por el “mercado”, que con sus dinámicas habrá de dar solución a todos los problemas sociales y ambientales.
Aduce igualmente que buscando poner todo el peso en los hombros del ciudadano, se impulsa el mito de la meritocracia, haciendo pensar que el éxito depende únicamente del esfuerzo individual, ignorando adrede las barreras estructurales tejidas en una histórica desigualdad social; argumentos falaces que impulsan al absurdo de que “los pobres sufran desprecio por los pobres”, basados en la idea de que la pobreza es resultado de la pereza o la incompetencia, en lugar de entenderla como producto de la corrupción y de fallas estructurales en el sistema.
Nada de esto sería posible sin los medios de comunicación que difunden narrativas favorables a las élites, criminalizando los movimientos sociales, perpetuando el individualismo que debilita la solidaridad colectiva y fomentando la polarización entre las clases populares en temas como la política, la seguridad, la moralidad y la religión, para evitar que se unan en torno a demandas comunes; consiguiendo al final, alejar del foco del debate las verdaderas causas de la crisis social y ambiental de nuestros días.
Debemos admitir que la estrategia de la Derecha, aunque macabra, es inteligente y efectiva, ya que ha conseguido una sociedad poco argumental y visceralmente polarizada, instrumentalizada a placer por quienes tienen el monopolio de las oportunidades y los beneficios; ese 1% de la población que ha conseguido hacerse al 40% de la riqueza global.
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